
Circular desde
la escuela rural
El proyecto «Circular desde la escuela rural» es un proyecto de cooperación entre grupos de desarrollo rural dirigido por la Asociación Territorio Mudéjar.
El objetivo es desarrollar materiales educativos en torno a la identidad mudéjar de los pueblos poniendo como centro del proyecto a las escuelas rurales y a la comunidad educativa de los pueblos.
A partir del trabajo desarrollado, los alumnos de cada escuela han diseñado un paseo por su localidad en el que se pueden ver los principales puntos de interés y su vinculación con la cultura mudéjar.
Muel
El recorrido se ha realizado siguiendo el modelo de trabajo de las escuelas que participaron en el proyecto y adaptado a la localidad de Muel.
Muel, situada en el Campo de Cariñena, es un destacado exponente del arte mudéjar. Su principal testigo es el Castillo de los Marqueses de Camarasa, una fortaleza de origen islámico. Aunque transformado tras la conquista, su estructura conserva la huella de la arquitectura mudéjar. A sus pies y sobre una antigua presa romana se encuentra la Ermita de Nuestra Señora de la Fuente, que destaca por sus impresionantes azulejos mudéjares. En conjunto, su patrimonio la muestra profunda influencia islámica en Muel.
1. Historia de la localidad
El castillo, de origen islámico, fue el núcleo fundacional de la localidad, sirviendo como bastión defensivo y centro de control del valle del Huerva por su ubicación estratégica en lo algo de una elevación. Tras la conquista cristiana de Alfonso I el Batallador, la fortaleza se transformó en un bastión cristiano, reflejando el cambio de poder. Posteriormente, el castillo pasó por las manos de varias familias nobiliarias hasta que, en el siglo XV, la propiedad pasó de la familia de los Lope de Luna, condes de Ricla, a manos de los Marqueses de Camarasa, quienes lo ostentaron hasta el siglo XIX.
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2. Importancia del agua
El legado hidráulico de Muel es representado por su presa de origen romano. Esta obra, vital para el desarrollo agrícola y ganadero, adquirió un nuevo significado con el Islam, una cultura que consideraba al agua como un bien sagrado y purificador, un símbolo de vida y fuente de prosperidad. Junto a esta presa, se alza la Ermita de Nuestra Señora de la Fuente, un templo en cuyo interior un joven Francisco de Goya podría haber trabajado en la pintura mural de las pechinas. De este modo, la ermita y la presa se convierten en un punto de encuentro entre la ingeniería romana, el simbolismo islámico del agua y el genio artístico aragonés.
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3. Materiales de construcción
Este monumento a la cerámica rinde homenaje al pintor y escultor aragonés Luis Puntes
Gracia, a la importante tradición cerámica de Muel y su profunda conexión con los materiales y las técnicas del arte mudéjar. Gracias a la herencia de la maestría islámica, la cerámica (también llamada loza) se elevó a su máxima expresión. Así, este monumento evoca la destreza de los artesanos que, con sus manos, transformaron la arcilla en piezas únicas y elaborados revestimientos que aún hoy decoran emblemáticos edificios de diferentes localidades como Zaragoza. Esta tradición se mantiene viva gracias a la Taller Escuela Cerámica, que perpetúa las técnicas y el espíritu de aquellos alarifes mudéjares.
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4. Arquitectura mudéjar
La torre de la iglesia de San Cristóbal es un claro ejemplo de la rica arquitectura mudéjar aragonesa. Este estilo, que floreció tras la conquista cristiana, fusiona la tradición constructiva islámica con las nuevas influencias cristianas. La torre, construida en ladrillo, muestra la maestría de los artesanos mudéjares, los llamados alarifes. Su decoración, basada en patrones geométricos y entrelazados, refleja una estética heredada del arte islámico. En un contexto de convivencia y sincretismo cultural, la torre se alza como un símbolo de la continuidad de las técnicas constructivas y los gustos artísticos de una comunidad que, aunque sometida, dejó una huella imborrable en el patrimonio de Muel.
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5. Coexistencia de culturas
El Arco Mudéjar, más que un simple portal, es un símbolo de la coexistencia de las tres culturas que dieron forma a la villa. Como antigua puerta de acceso a la localidad, fue testigo del tránsito diario de cristianos, musulmanes y judíos. A través de él se accedía a los barrios históricos, como la morería y la judería, donde cada comunidad mantenía sus costumbres, oficios y tradiciones. Hoy, un cartel identifica el punto exacto donde la villa se abría al exterior, un recordatorio de cómo la arquitectura se convirtió en el reflejo de una sociedad que, a pesar de sus diferencias, compartía un mismo destino histórico.
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